La frontera, es una línea trazada
arbitrariamente entre lo más inhóspito de un país que lo separa de sus Estados
vecinos, no solo delimita el territorio, sino que configura las identidades,
los procesos culturales, la política, economía y cotidianidad de las personas. Ésta
también constituye la realidad humana, no solo territorial, sino que más allá
de la complejidad de las políticas, la frontera es una región geopolítica con
vida propia, que podría definirse en términos de la interacción que allí
emerge.
El límite que divide a Colombia y
Venezuela se extiende por un espacio de 2.219 kilómetros, es una de las
fronteras más dinámicas de la región, allí transcurren una amalgama de
relaciones estrechas y paradójicas.
La diversidad de la frontera, y la heterogeneidad
de ámbitos territoriales y varias dinámicas de interconexión, la han vuelto un
complejo desafío en términos de legalidad, seguridad, desarrollo social,
crecimiento económico y políticas públicas para ambos Estados. Sumado a estas
complejidades el abandono estatal, el incremento de la violencia y el
narcotráfico lo ponen automáticamente como una región critica en un escenario
de conflicto.
Es importante tener en cuenta el contexto social y político que
viven ambos países. En Colombia el conflicto armado y el crimen organizado
transnacionales en la frontera, ha descrito la total transformación y
reconfiguración de los nuevos surgimientos de mercados ilegales y los altos
flujos de penetraciones institucional que alcanzan a estructuras criminales en
la zona fronteriza. El contrabando y el narcotráfico se ha convertido en el
debate entronó a las dinámicas criminales.
En Venezuela la oscilación de
las políticas de los gobiernos han vuelto recurrente la desarticulación de
políticas de inclusión, la falta de presencia del Estado y el endurecimiento de
nuevas restricciones penetran en las hostilidades y aumentan el crimen
organizado en la región.
Cabe
resaltar ciertos factores que ha incrementado y articulan también la
criminalidad en esta región, y como efecto importante está el contrabando de
gasolina, drogas, armas entre otros.
Estos estimulan la inseguridad y la violencia en la frontera.
En primera lugar, la falta de presencia
de los dos Estados en la zona, impide mantener un control de ciertos efectos
como lo son el cruce de carbón, petróleo y materias no renovables, acompañados
de la venta y exportación de marihuana coca y amapola para los mercados
ilegales. Eventos de los cuales se aprovechan ciertos grupos o hasta los mismos
Estados. Sumado a esto, los crecimientos ilegales y el conflicto armado en
ambos Estados, el negocio de las drogas por parte de grupos armados al margen
de la ley como las FARC y los paramilitares, se han disputado el control y
rutas de la zona lo que generaliza aún más la violencia en ciertas regiones.
En tercer y último lugar, las relaciones
intergubernamentales entre Colombia y Venezuela, han sido oscilantes entre
tensión y acercamiento. El establecimiento de ciertos gobiernos presidenciales,
que se han desinstitucionalizado y han desconfiado de la diplomacia, paralizan
los canales de comunicación y han agravado la situación fronteriza, además, aquí
está en vilo las fatales condiciones de
vida de la población.
Debemos considerar las fronteras como
espacios de actuación compartida, escenarios de una complejidad de relaciones
económicas, políticas y cultura.es La debilidad estatal, los liderazgos políticos,
el conflicto armado solo debilitan lo configuración de dichos procesos. Para
mejorar esta condiciones en la región fronteriza hace falta y es indispensable
una convivencia pacífica entre los modelos económicos y políticos de los
Estados, sumado al dialogo intergubernamental y la generación de respuesta
conjuntas.
ReferenciaL, Valencia. (S.f) La frontera caliente entre Colombia y Venezuela. Recuperado el 5 abril de 2015 de https://drive.google.com/file/d/0B7TBrqRBxc6hSEhFbW91UWl5eHM/view
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